¡Lo que se puede llegar a ver una tarde de septiembre dando un paseo por un camino polvoriento! Tras el duro verano y la prolongada falta de lluvia, los campos se encuentran secos y agostados.
Incluso la vegetación autóctona sufre los rigores del cálido verano, como este roble, uno de los pocos ejemplares de la zona,
los brezos, pinos y alcornoques ...
Las cortezas se agrietan y rezuma la resina.
Aún sin verdor, las plantas mantienen su belleza, como estos "zapaticos" (madreselva) o las clemátides con sus formas caprichosas.
Los frutos siguen madurando:
Escaramujos,
moras,
zarzaparrillas,
serbales,
lentiscos,
madroños, palmitos,
y algarrobos, con sus vainas dulces, golosinas para los jabalíes y conejos de la zona.
No importa cuantas veces recorras el camino, siempre encontrarás sorpresas si sabes observar.
La belleza aparece en los pequeños detalles.
¡Disfruta tu paseo!
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